Los habitantes de Aralsk en Kazajstán, viven en una zona de desastre ambiental. A principios de los años 60 la ciudad era un activo puerto pesquero y terminal de rutas ferroviarias. Ahora se encuentra a 100 kilómetros de la costa septentrional del Mar de Aral, en proceso de encogimiento aunque una vez se ubicó en cuarto lugar entre los lagos más grandes del mundo y fue el centro de una importante industria pesquera.
Desde que la URSS comenzó en los años 30 a desangrar el lago para desarrollar sus oasis de algodón en pleno desierto centroasiático, el mar no ha dejado de empequeñecer.
Los ríos Sir-Daria y Amu-Daria, que vertían sus aguas en el Aral, fueron esquilmados a lo largo de tres mil kilómetros. De ser el cuarto lago más grande del mundo en 1960 (con 68.000 km2), el Aral pasó a finales de los años 90 a ocupar la octava posición con 28.000 km2.
La isla Renacimiento, que ocupaba el centro del Aral (donde fue habilitado un laboratorio secreto de armas biológicas), se convirtió en una península a comienzos del año 2001 por el descenso incesante del agua.
Las autoridades de la república ex soviética de Kazajstán pusieron en marcha hace tres años un plan para rellenar su porción norte del mar. Para ello han levantado un dique de cemento de 14 kilómetros de longitud entre las dos mitades, de tal forma que el agua que entra en el mar procedente del río Sir-Daria no escape hacia la mitad sur de la vecina Uzbekistán, fenómeno que se produce debido al desnivel de 11 metros que existe entre ambas zonas.